Las familias suelen notar primero cambios sutiles de personalidad o del lenguaje, como nueva impulsividad, apatía o dificultad para encontrar palabras, que por lo general empiezan entre los 40 y los 60 años; estos cambios precoces pueden confundirse con estrés, depresión o agotamiento de la mediana edad. Con el tiempo, los problemas de planificación, juicio o conducta en el trabajo y en casa se vuelven más evidentes, y algunas personas desarrollan cambios en el movimiento o rigidez en las extremidades. Estos son signos iniciales frecuentes de degeneración lobar frontotemporal relacionada con GRN con inclusiones de TDP‑43, lo que debe motivar una evaluación por un neurólogo y, a menudo, pruebas genéticas.